Soy de esa generación que encontró en los blogs personales un espacio para la auto-publicación; esa generación de entre siglos que empezó escribiendo en máquina de escribir y posteriormente transitó al procesador de palabras y al dispositivo móvil; la generación que encontró en internet una herramienta de investigación bibliográfica a contrapelo de lo que nos ofrecían las bibliotecas y un escaparate de la propia escritura (que ahora se está viendo amenazada por la Inteligencia Artificial Generativa).
Los blogs personales dinamizaron la publicación de muchas escritoras y escritores emergentes, aquellos a los que las grandes editoriales no volteaban a ver por ser poco vendibles según sus parámetros del best seller. Escritoras y escritores que empezaron con el sueño de hacer su propia editorial en colectivo para no depender de los grandes capitales: una utopía todavía presente en muchas de nosotras.
La escritura en el blog personal es, para mí, la posibilidad de administrar el propio trabajo intelectual. En el blog escribo mi día a día, los apuntes de los cursos y seminarios que imparto en la universidad; así como las investigaciones que están siendo o las que están por venir a manera de diario de campo. Entradas, ideas sueltas, rompecabezas que después utilizo para una publicación mayor, ya sea un artículo o un libro entero.
Cualquier entrada en el blog deja huella, es el rastro y el resto del archivo, ese que ya no solo se guarda en carpetas, en cajones, en estantes, ahora también está disponible en el internet, en la nube, en el servidor de un lugar lejano, en la memoria personal y colectiva de la World Wide Web.
La auto-publicación precisamente permite esa escritura atemporal e inmediata, además de mucha libertad para proponer, pues no depende de los tiempos de las revistas, de las editoriales, de que salga el presupuesto; es decir, la auto-publicación no condiciona la atemporalidad de la escritura, sino que la potencializa.
Existen otras formas de auto-publicación, una de ellas consiste en que un particular pague a una editorial para que publique su manuscrito, sin pasar por una evaluación del texto, esto es más común de lo que parece, no sólo en la academia, también existen personas que contratan este servicio para publicar sus memorias, por ejemplo. Este tipo de publicaciones, sin dictamen en el argot académico, normalmente no suman puntos para el sistema nacional de investigadores porque la calidad de la investigación no está validada por pares (personas que investigan o escriben sobre la misma temática).
Otra manera de auto-publicar, también bastante común en la academia, consiste en organizar antologías, colecciones, presentarlas como un proyecto de investigación y conseguir financiamiento “institucional” para pagar la publicación de la obra. Este esquema de publicación sí funciona para la meritocracia del sistema nacional de investigadores.
El esquema de negocio de publicación de Amazon revolucionó los dos anteriores pues con este puedes auto-publicar sin contar con un contrato con una editorial determinada y llegar a un mercado más amplio y en dos formatos distintos, además de que el costo de producción resulta bastante económico: el ebook y el impreso.
Muchas editoriales pequeñas y medianas han intentado adaptarse a este modelo de negocio con poco éxito. Quienes se han beneficiado son las personas que proponen temáticas poco vendibles en el esquema tradicional de las editoriales con renombre (pienso específicamente en las novelas lésbicas que encontraron su nicho en Kindle, a diferencia de les escritores trans que sí han hecho eco en las grandes editoriales), quienes, a su vez, se han convertido en marca personal e incluso algunos de sus libros se han vuelto best seller.
Personalmente conozco este modelo de negocio de publicación de Amazon, de hecho cuento con una página de autor donde encuentran varios de mis libros, algunos los he auto-publicado (haciendo todo el proceso editorial correspondiente: escritura, formato, diseño de portada) y otros los han subido las editoriales que han publicado, con base en los dos primeros esquemas, varios de mis libros.
Para quién no es recomendable la auto-publicación en términos prácticos: para quienes tienen una editorial que los respalde, para quienes tienen un contrato de exclusividad con alguna marca transnacional, para quienes tienen que cotizar en el sistema nacional de investigadores. Aunque considero que cualquier persona interesada en escribir, publicar, necesita conocer los recovecos de la edición de libros y para eso sí que ayuda la auto-publicación.
Para quién sí es recomendable la auto-publicación en términos reales: para toda aquella persona que quiera escribir, ya sea que tenga el talento o perfeccione la escritura con el paso del tiempo. Para quien crea en la democratización del conocimiento. Es decir, el no tener, el no conocer, la manera de publicar no debe ser un impedimento, como no lo es con el uso que le damos a las redes sociales donde todo el tiempo la gente está auto-publicando.
Las preguntas que sugiero hacer antes de pensar en la auto-publicación consisten en ¿para qué y para quién quiero escribir? ¿Lo hago para hacerme famosa y ganar dinero?, o simplemente porque corresponde a mi experiencia estética de habitar el mundo.
Para mí la escritura es una experiencia vital y estética de habitar el mundo y afortunadamente a mí me pagan por investigar y escribir, además de dar clases, por lo que me puedo dar el lujo de administrar mis escritos, algunos los auto-publico en mi blog o en la plataforma de Amazon, otros los mando a concurso.
Quizá lo que hace falta es quitarle el estigma a la auto-publicación. Como en toda actividad artística-intelectual habrá textos, obras, que nos gusten y otras no. La experiencia estética no depende necesariamente de la casa editorial que respalde el libro o a la autora; la casa editorial vende historias. Toda obra, libro, investigación, diario, empieza de manera anecdótica, como cualquier otro texto auto-publicable.