El abandono es un deleznable ejercicio del poder político. Un ejemplo tangible de ello es el “Memorial para las Víctimas de Feminicidio. Campo Algodonero” de Ciudad Juárez.
El Memorial fue inaugurado en 2011 (mientras gobernaba Felipe Calderón) debido a la presión de la resolución de la Corte Interamericana de los Derechos Humanos que, en 2009, dictó sentencia contra el Estado mexicano por los hallazgos encontrados en el Campo Algodonero en Ciudad Juarez: cuerpos de tres mujeres el 6 de noviembre de 2001 (los feminicidios siguen siendo una herida abierta en todo el país).

La segunda vez que estuve en Juárez fue precisamente en 2011 (la primera en 2007). La ciudad era un estado de sitio debido a la guerra contra el narcotráfico que había empezado Calderón (y que no ha cesado desde entonces). Conocí el Memorial también en 2011, gracias al acompañamiento y guía de Julia Monarréz, académica del Colef, quien desde los años noventa del siglo pasado trabaja feminicidios, tortura y memoria en Juárez. Su mirada y lo que observé estando ahí me imposibilitaron para por muchos años nombrar el horror de los feminicidios.

En su momento, cuando las autoridades inauguraron el Memorial, seguramente se imaginaron que ahí, donde el clima es tan seco como la crueldad humana, nadie querría ir a dejar flores a sus muertas, mucho menos a pasar tiempo en el Memorial bajo el rayo del sol. Y no se equivocaron.

El Memorial, como la tragedia de cientos de miles de familias mexicanas, nació ya abandonado y se lo fue comiendo la marcha urbana de una de las zonas que se puso de moda en la ciudad (una contradicción).

Algo hicieron estos gobiernos juarenses en lo que va del siglo XXI que la deshumanización del feminicidio que atrajo la mirada de cientos de académicos, cineastas, intelectuales, escritores a la ciudad, dejó de ser importante para su propia sociedad.

El Memorial quedó entre una plaza comercial a medio hacer y un hotel. La memoria, ya no digamos la indignación, es uno de los activos que más ha perdido valor en esta ciudad fronteriza debido, en gran medida, al abandono de sus propios gobernantes que prefieren mirar hacia el norte que invertir en su propia comunidad.

Pd. Las imágenes las tomé desde afuera porque el memorial estaba cerrado. Tampoco había nadie dando informes ni existe un cartel que especifiqué en qué días se puede visitar, si es que se puede.