La comunidad transfronteriza: la subcultura del reciclaje y la reconfiguración social de la mujer en el norte de México

Mujeres trabajadoras

pasto de maquiladoras

cumplidoras eficientes,

mano de obra sin igual,

lo que exportan las empresas,

no lo checa el aduanal.

Paulino Vargas

La construcción identitaria de los sujetos que habitan la frontera (ya sean transfronterizos o mexicoamericanos), es parte de un proceso gradual que se ha gestado, de manera intercultural, entre dos sociedades liminales (la mexicana y la estadounidense) que se confrontan a diario para hacerse presentes o para diferenciarse entre sí. Es por ello que esta investigación consiste en analizar la conformación de la comunidad transfronteriza, a partir de la urbanización de la frontera norte de México, con la intención de exponer los complejos procesos de integración social a los que se exponen los migrantes (vulnerabilidad social, discriminación étnica y subalternidad cultural); así como los nuevos patrones de participación social que han desarrollado las mujeres para adecuarse a la realidad fronteriza, enmarcada por la explotación, la ilegalidad y la violencia.

He dividido el presente trabajo en tres apartados que consisten en: (1) Exponer el proceso de urbanización de la frontera norte de México con la intención de contextualizar el espacio geográfico donde se desarrolla la investigación (cuyo territorio asciende a más de tres mil kilómetros, aproximadamente). (2) Exponer cómo se configura la identidad de los migrantes, especialmente de los sujetos transfronterizos. (3) Presentar dos efectos específicos del proceso de urbanización que se generan en los estados fronterizos del norte de México: la conformación de la subcultura del reciclaje y la reconfiguración social de la mujer.

Antes de continuar es importante establecer por qué escojo los estudios interculturales y no los multiculturales para realizar dicha investigación, para lo cual es pertinente definir los conceptos multiculturalidad, pluriculturalidad e interculturalidad. Según Catherine Walsh, la diferencia entre multiculturalidad, pluriculturalidad e interculturalidad radica en que la multiculturalidad encuentra sus fundamentos conceptuales ―en las bases del Estado liberal, en la noción del derecho individual y la supuesta igualdad. La pluriculturalidad parte de ―una convivencia histórica entre pueblos indígenas y pueblos afros, con blancos y mestizos. Se basa en el reconocimiento de la diversidad existente pero desde una óptica céntrica de la cultura dominante y ―nacional‖. Finalmente, la interculturalidad ―se refiere a complejas relaciones, negociaciones e intercambios culturales de múltiple vía. Busca desarrollar una interrelación equitativa entre pueblos, personas, conocimientos y prácticas culturales diferentes, una interacción que parte del conflicto inherente en las asimetrías sociales, económicas, políticas y del poder.

En este sentido, la multiculturalidad existe entre iguales, mientras que la interculturalidad fomenta las relaciones de intercambio entre dispares, como sucede entre México y Estados Unidos. De tal forma, la gran mayoría de los teóricos europeos y estadounidenses aluden a la multiculturalidad para referirse a lo intracultural, tomando en cuenta la integración monocultural del sistema occidental, haciendo a un lado las diferencias históricas y culturales que existen entre países de primer y tercer mundo, incluso entre países orientales y occidentales; mientras que los teóricos latinoamericanistas aluden a la comprensión de situaciones desiguales en la integración de los migrantes a la cultura dominante, como se puede observar en la conformación de los sujetos transfronterizos.

Urbanización de la frontera norte de México

Para los fines de esta investigación he tomado como punto de referencia histórica la firma del Tratado de Guadalupe Hidalgo (1848), porque a partir de este momento se establecen nuevas formas de sociabilización entre México y Estados Unidos, resultantes de la política colonizadora que el gobierno estadounidense emprendió con el inicio de la guerra de invasión de 1846, cuyos objetivos consistían en que Texas se independizara del gobierno mexicano y que se estableciera el Río Bravo como delimitación geográfica entre ambos países. Con la firma del Tratado de Guadalupe Hidalgo se acordó que México vendería más de un millón y medio de kilómetros cuadrados a Estados Unidos, que incluían los estados de Arizona, California, Nuevo México, Utah, Nevada y parte de Colorado: tierra rica en petróleo, minerales y propicia para la agricultura y la ganadería, a cambio de terminar con la guerra. Estados Unidos, por su parte, se comprometió a respetar las propiedades de los mexicanos establecidos en esos estados y a reconocerlos como ciudadanos estadounidenses; así como a pagar ―15 millones de pesos a cuenta de los territorios apropiados. No obstante, los asentamientos demográficos existentes entre México y Estados Unidos se empiezan a regular hasta 1889, cuando se constituye la Comisión Internacional de Límites. Esta situación provocó que los mexicanos que habitaban los territorios cedidos dejaran de ser ciudadanos independientes para convertirse en ciudadanos neo- colonizados por la cultura estadounidense.

Cómo citar:

Rodríguez. R. “La comunidad transfronteriza: la subcultura del reciclaje y la reconfiguración social de la mujer en el norte de México”. En Alejandro Cerda (coord.). Metrópolis desbordadas. Poder, memoria y culturas en el espacio urbano. México: Freie Universität Berlin/ UACM / Conacyt, 2011, pp. 165-198. ISBN: 978-607-7798-49-1.

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