Este 2024 se cumplen once años de la publicación de mi trilogía sobre estudios fronterizos con la que me di a conocer en el ámbito académico, un ámbito que hace once años ya estaba cooptado por ciertas maneras clásicas de escribir, de enseñar y donde la práctica de ser solidarias con las nuevas generaciones no estaba muy presente en el imaginario colectivo por el miedo que le suponía a un catedrático de renombre ser desplazado, por alguien más joven de ese espacio o no-lugar amorfo que es la academia.
Esta trilogía consiste en tres libros publicados en menos de un año (entre 2013-2014): Alegoría de la frontera México-Estados Unidos (2013), Cultura e identidad en la región fronteriza México-Estados Unidos e identidad en la región fronteriza México-Estados Unidos. Inmediaciones entre la comunidad mexicoamericana y la comunidad fronteriza (2013) y Epistemología de la frontera. Modelos de sociedad y políticas públicas. Modelos de sociedad y políticas públicas (2014).



La escritura de esta trilogía devino, en su mayoría, de mi tesis de doctorado, titulada “Alegoría de la frontera México-Estados Unidos. Análisis de una escritura colindante“, presentada en la Universidad Autónoma de Barcelona, España, en 2008. Y su publicación se la debo a la recomendación que en 2011, cuando obtuve por primera vez la mención a investigadora nacional SNI-CONAHCYT, me hizo quien revisó mi trabajo y sin conocerme de nada me abrió los ojos de un camino que estaba por emprender: pertenecer y defender mi lugar en la academia. Se habla poco de ello, nadie te dice que tienes que aprender a defender tu lugar, como tampoco nadie te invita a hacerte de un lugar en ella.
A once años de estos primeros libros hago una reflexión, un corte de caja, un tanto porque estoy de sabático y tengo tiempo libre (lo más valioso que te da la academia a diferencia de otras profesiones), otro tanto porque llevo ya varios años en análisis y eso me ha permitido observar desde fuera, con distancia, lo que ha sido mi propia profesionalización como investigadora de tiempo completo, esa profesión de la que se habla poco en general, pero en la que se ambiciona demasiado.
¿Qué hubiera hecho distinto? Seguramente hubiera hecho muchas cosas diferentes, si no es que todo. De entrada hubiera estudiado filosofía y no administración de empresas. Hubiera luchado más por obtener una beca para terminar mis estudios de doctorado en España, en lugar de pagarlos con la tarjeta de crédito. Hubiera enviado integra mi tesis de doctorado a un concurso para su publicación, en lugar de pagar la publicación de esta trilogía con mis propios recursos. En eso se me fueron las mensualidades de un año que me daba el pertenecer al sistema de investigadores del país. Nunca lo cuestioné, pensé que era lo que debía hacer.
¿Qué dejé de hacer? Estaba más preocupada por tener un puesto fijo como profesora e investigadora en la universidad que dejé de hacer relaciones públicas y evité integrarme a los círculos culturales de Barcelona y de la Ciudad de México. Pensé que con el talento, la capacidad de escritura, el conocimiento sería suficiente para sostenerme en la vorágine académica; sin embargo, con los años, me di cuenta que las relaciones públicas son la llave para escalar entre una posición y otra dentro del mismo sistema. Estemos de acuerdo o no con esa espiral.
¿Que sí hice? Cuestionar las prácticas jerárquicas de la academia, cuestionar a quienes plagiaron algunas de mis ideas. Publicar varias propuestas metodológicas originales y creativas. Dejar constancia de lo que estoy investigando en este y otros blogs. Y, sobre todo, aprender a ser paciente con los tiempos de mi profesión, que no necesariamente son los tiempos de mi escritura.
A once años, que en realidad son pocos en el carrera académica, sé lo que debo ser y hacer: ocupar ese lugar que me merezco en la academia, pero que desconocía tenía que pelear. Ser hospitalaria, generosa y solidaria con mis estudiantes, mostrarles la manera de abrirse paso en la academia (como hubiera deseado que lo hicieran conmigo). Mostrarles las bondades del producir conocimiento en colectivo. Un conocimiento ad hoc a la sociedad contemporánea, a la de su generación y a la que está por-venir.