El devenir de la UACM

El devenir de la UACM

Roxana Rodríguez Ortiz[1]

Contrario a los que muchos consideraban como posible desenlace del conflicto que se vivió en la UACM en los últimos seis meses, producto del fraude electoral ocurrido en agosto de 2012 durante la elección de consejeros universitarios, la justicia y la legalidad imperaron por encima de la corrupción y el abuso de poder promovido por la exrectora. Este triunfo universitario culminó en la restauración institucional gracias al trabajo colectivo de académicos, estudiantes y administrativos, y posiciona nuevamente a la UACM en la mira de muchos sectores de la sociedad capitalina. El reto es enorme para todos los que ahí laboramos, no sólo por la exigencia reduccionista de un amplio sector de la población que mide los resultados de la calidad educativa en función del número de egresados, sino también porque se ha ganado la primera batalla para defender un proyecto (o modelo) educativo que a todas luces resulta incómodo para los estándares que promueve el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Dichos estándares (enfoque por competencias) han sido implementados en varias universidades públicas y privadas a un costo social altísimo, situación que no es evidente en el corto plazo por la premura de activar ciertos sectores económicos, pero que a largo plazo no sólo reflejarán un déficit en el empleo sino la imposibilidad de crecer económicamente a un ritmo sostenido debido a factores diversos  (no ahondaré en este tema pero es necesario hacer una revisión global del sistema educativo mexicano y no sólo una reforma educativa como la que ha impulsado la SEP en estos meses).

La UACM, en este sentido, es la excepción de la regla y por ello es necesario elaborar una proyección estratégica de lo que una universidad pública autónoma debe hacer. De entrada, lo primero que debe quedar claro es el asunto de la autonomía. ¿Qué significa ser autónoma con recursos públicos? Significa replantear la forma de autogobernarse, con base en actividades académico-administrativas, que afectan los tres pilares del modelo: docencia, investigación y extensión universitaria. Es decir, el dinero seguirá siendo público, la educación universitaria la seguiremos pagando todos con nuestros impuestos, lo que debe cambiar es justamente el paradigma: debemos transitar de lo burocrático-administrativo a un enfoque de gestión del conocimiento. De tal suerte, los cambios sustanciales que se realicen de aquí en adelante deben tener como objetivo una planeación a corto, mediano y largo plazo que no se ha realizado hasta ahora, ya sea por una cuestión política o por la inercia de un amplio sector de la comunidad que se ha beneficiado gracias al vacío de poder de los últimos meses y a la ausencia de normatividades claras. [2]

Ahora bien, cuando hablo de proyección estratégica no estoy afirmando que en la UACM vamos a descubrir el hilo negro del quehacer académico, ya varias universidades públicas lo han intentado con poco éxito. Entiendo con proyección estratégica al ejercicio de trazar una ruta viable de crecimiento (ingreso-egreso de estudiantes), promover la calidad educativa (evaluar el modelo educativo), la profesionalización del docente (paradigmas de la educación), el posicionamiento académico (publicaciones e investigación científico-humanista) y la profesionalización del egresado (empleados versus profesionistas). Es evidente que trazar esta ruta compete a toda la comunidad universitaria, y los órganos de gobierno universitario serán los encargados de llevarla a buen término.

Lo que parece que queda pendiente es el cómo (know how). Si el cómo no es explícito volvemos a estar en el limbo. Afortunadamente hemos aprendido de los errores del pasado y podemos recuperar varias formas de organización del trabajo que se implementaron durante el conflicto. La primera de ellas es conformar un equipo de trabajo multidisciplinario comprometido con el proyecto educativo de la UACM; el segundo es trazar una ruta crítica de trabajo flexible e institucional con metas claras y fechas definidas; el tercero consiste en asumir un liderazgo compartido donde cada agente asuma su responsabilidad y tome la batuta de su área de especialidad; el cuarto consiste en aprovechar los vínculos que se han establecido tanto con el gobierno local como con un sector académico que respalda a Enrique Dussel como rector interino. Desde mi perspectiva, lo que falta es establecer puentes con la iniciativa privada si es que así lo considera la comunidad universitaria, pero este debate implica otras situaciones que se deben reflexionar colectivamente. En este sentido, considero que el devenir de la UACM es claro y no hay vuelta atrás, sólo hay que saber capitalizar los logros de la comunidad universitaria.


[1] Profesora investigadora de la Academia de Filosofía e Historia de las Ideas de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México y Coordinadora del EstudiosFronterizos.org. Doctora en Teoría de la literatura y literatura comparada. Miembro del SNI. roxrodri@gmail.com

[2] En un texto anterior titulado “La UACM como capital político del Distrito Federal”, publicado en Los Angeles Press el 6 de noviembre de 2012 ahondé en dichos temas: http://www.losangelespress.org/la-uacm-como-capital-politico-del-distrito-federal/

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