La idea que tiene el pueblo de México

de los Estados Unidos es contradictoria,

pasional e impermeable a la crítica:

más que una idea es una imagen mítica.

Octavio Paz

A partir de los años sesenta, la sociedad mundial empieza a cuestionarse ciertas prácticas colonizadoras que anulan las expresiones artísticas e ideológicas de las comunidades minoritarias. A partir de este momento surgen nuevas teorías críticas y literarias que enfatizan la necesidad de abrir la discusión sobre la pertinencia del canon establecido hasta ese momento por las tradiciones angloamericanas y europeas, que enarbolaba el valor de una obra con base en el ideal goethiano de la Weltliteratur, sin tomar en consideración las culturas ajenas a dichas tradiciones, como serían las sociedades orientales e incluso los países colonizados o tercermundistas, ni “las diferencias históricas y culturales de quienes deberían decidir cuáles son los ‘clásicos de la literatura’ y cuáles no” (Neri, 2002: 391).

Con el surgimiento de teorías literarias tales como la sociocrítica, el multiculturalismo, los estudios poscoloniales o los estudios comparativos interculturales, se reformula el canon literario y su aproximación teórica. Se admiten nuevas y diversas variables para el análisis literario que enfatizan principalmente “las circunstancias históricas, sociales y culturales de quien debe efectuar esta selección, pero también de su gusto individual”. Y se consideran las interpretaciones que hacen las escuelas colonizadas, marginales o distantes de los textos canónicos, lo cual permite analizar el proceso de formación del canon (como nacen y se consolidan los géneros literarios) dentro de una cultura determinada (Neri, 2002: 391-394). La deconstrucción del canon literario ha puesto fin a toda pretensión de estabilidad y continuidad, y ha permitido que cada investigador considere las variables afines a su análisis para abordar el objeto de estudio.

El objetivo del presente trabajo de investigación es, precisamente, la comparación entre dos formas de escritura prácticamente interrelacionadas por factores sociohistóricos, económicos, geográficos, políticos y culturales, pero que se diferencian por situaciones a veces imperceptibles, pues su cercanía evita encontrar esos puntos de inflexión, que, incluso, pueden llegar a confundir al lector con respecto a su posición e identidad migratoria. Motivo por el cual es necesario considerar los fenómenos bajo los cuales se consolida la literatura de la frontera, mediante los estudios interculturales para determinar las variables o los fenómenos que me van a permitir ejemplificar las similitudes y las diferencias que existen entre ambas literaturas. Dichas variables, evidentemente, están relacionadas con la conformación sociohistórica de las comunidades liminales que se establecen en la frontera México-Estados Unidos desde mediados del siglo XIX, y con la construcción identitaria y cultural del sujeto fronterizo.

Antes de continuar, considero importante establecer por qué escojo los estudios interculturales y no los multiculturales para elaborar el análisis comparativo entre la escritura fronteriza y la escritura chicana, para lo cual es pertinente definir los conceptos multiculturalidad, pluriculturalidad e interculturalidad. Según Catherine Walsh, telatinoamericanista, la diferencia entre multiculturalidad, pluriculturalidad e interculturalidad, radica en que la multiculturalidad encuentra sus fundamentos conceptuales “en las bases del Estado liberal, en la noción del derecho individual y la supuesta igualdad”. La pluriculturalidad parte de “una convivencia histórica entre pueblos indígenas y pueblos afros, con blancos y mestizos. Se basa en el reconocimiento de la diversidad existente pero desde una óptica céntrica de la cultura dominante y “nacional”. Finalmente, la interculturalidad “se refiere a complejas relaciones, negociaciones e intercambios culturales de múltiple vía. Busca desarrollar una interrelación equitativa entre pueblos, personas, conocimientos y prácticas culturales diferentes, una interacción que parte del conflicto inherente en las asimetrías sociales, económicas, políticas y del poder” (Walsh, 2004).

Como se puede observar, la multiculturalidad existe entre iguales, mientras que la interculturalidad fomenta las relaciones de intercambio entre dispares, como sucede entre México y Estados Unidos. De tal forma, la gran mayoría de los teóricos europeos y estadounidenses aluden a la multiculturalidad para referirse a la literatura intercultural, tomando en cuenta únicamente el sistema cultural occidental y dejando de lado las diferencias históricas y culturales que existen entre países de primer y tercer mundo, incluso entre países orientales y occidentales. Mientras que los estudios interculturales “proporcionan un vislumbre de esperanza en la comprensión de cuestiones espinosas como el estatuto de verdad de la literatura y de los valores literarios”, en comunidades minoritarias que hasta hace algunas décadas no pintaban en el escenario literario “universal” por no pertenecer a la cultura eurocéntrica dominante (Miner, 2003: 195).

La identidad formal que en el pasado sirvió para establecer un canon “universal” o la Weltliteratur, en la actualidad debe “ceder a la diversidad entre las culturas o por lo menos entre la cultura europea y las otras”, porque sólo así se pueden considerar otras manifestaciones artísticas que enriquezcan la literatura universal. Evidentemente, hablar de diversidad implica que las diferencias existan “en el seno de un conjunto de elementos verdaderamente comparables”, pues es imposible comparar aquello que es idéntico (Miner, 2003: 200); por tal motivo, también es imprescindible analizar por separado la escritura fronteriza de la escritura chicana, pues son muchos los críticos que las abordan como una sola, sin tomar en cuenta que, a pesar de sus similitudes, las diferencias que existen entre ellas son las que delimitan su particularidad estilística.

El estatuto de verdad de la literatura y de los valores literarios en la literatura fronteriza son resultado de la consolidación de las comunidades liminales, cuyas pretensiones literarias tienen un propósito principal: en el caso de la escritura fronteriza del norte de México es fundar una cultura propia, ajena al sistema literario nacional; mientras que en la escritura chicana del sur de Estados Unidos enfatiza una lucha social en contra de la comunidad dominante. De tal forma, para abordar el análisis comparativo intercultural de la literatura fronteriza, tomaré como eje temático, por muy obvio, o simple, que parezca, la frontera, pues al ser un fenómeno literario formalmente idéntico en ambas culturas, constituye un principio de orden y de representatividad “que plantean una identidad formal”. Es decir, al ser la frontera el leitmotiv de la escritura fronteriza, las similitudes y las diferencias que existen en la forma de abordarla revelan la “hipótesis general de la identidad”, situación que permite al crítico literario hablar de un surgimiento y evolución de una literatura particular, regional, que se gesta en las inmediaciones de una época posmoderna y global (Miner, 2003: 200).

En la frontera México-Estados Unidos confluyen las expresiones artísticas referentes a los procesos históricos particulares de cada región que la conforma y los sincretismos se multiplican. La frontera debe entenderse como un concepto que engloba diferentes fenómenos sociales producidos por un intercambio transfronterizo constante dentro de un marco geográfico. En él se funda una cultura que el sujeto recrea constantemente a través de manifestaciones socioculturales. Éstas son constituidas por un conjunto de valores que incluye tradiciones, costumbres, símbolos que los habitantes comparten, y que forjan un sentimiento de identidad y de pertenencia a una región particular.

La pertinencia de analizar el marco histórico y cultural de una sociedad cimentada en la construcción de sí mismo frente al otro, que se hace presente en las manifestaciones artísticas de las últimas cuatro décadas del siglo XX, principalmente en la literatura, así como los aspectos que influyeron en la construcción identitaria de los sujetos que actualmente habitan la frontera, y que están representados en la producción artística, consiste en tender los puentes entre la literatura y el espacio sociocultural donde ésta se produce, sin desacreditar el valor artístico, narrativo y figurativo de la literatura fronteriza que se caracteriza por un constante cuestionamiento de las prácticas colonizadoras de la cultura anglosajona y por una mirada introspectiva de las tradiciones primigenias de la cultura mexicana.

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*Inicio del capítulo 1 («Desplazamiento de la cultura liminal») de mi tesis doctoral titulada «Alegoría de la frontera México-Estados Unidos. Análisis comparativo de dos escrituras colindantes», presentada en julio de 2008, en la Universidad Autónoma de Barcelona.

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