Sin embargo, en comparación con Kant, con el que al fin y al cabo Hegel pudo establecer una referencia crítica, la estética hegeliana resulta extrañamente anticuada. Konrad Paul Liessman
Otro de los imperdibles cuando estudiamos Estética es sin duda alguna Hegel, quién además ha sido un filósofo que casualmente se conoce poco por su trabajo referente a filosofía del arte e historia del arte. Quizá se conoce por una mala lectura de esta parte de su obra en particular debido a una mala interpretación de su noción de «fin de arte».
Empezaré diciendo que Hegel como tal no escribió las Lecciones sobre la estética, el libro que más se conoce sobre su apuesta estética hasta iniciado el siglo XXI; un texto escrito con base en los cuatro cursos sobre estética que impartió en Berlín, publicado en 1835 por Heinrich Gustav Hotho, el discípulo a quien Hegel le confirió algunos manuscritos y anotaciones: «Este texto pasa desde entonces por la auténtica estética hegeliana, habiendo dado origen y motivo a una disputa, continuada hasta hoy, sobre la actualidad de la filosofía del arte de Hegel» (Gethmann-Siefert, 2006: 8).
Después de esta primera versión que se leyó por más de 170 años, en 2003 aparece una segunda versión titulada Filosofía del arte o Estética (verano de 1826) Apuntes de Friedrich Carl Hermann Victor con Kehler, publicada en 2006 en una edición bilingüe. Este libro consta de un prólogo bien interesante basado en la exégesis no sólo del texto de Hotho sino de los otros libros donde Hegel da cuenta de sus preocupaciones estéticas y de filosofía del arte como parte del primer eslabón de su sistema de pensamiento que culmina en el espíritu absoluto. De ahí la importancia de recuperar la tesis del «fin del arte».
Si la idea es concreta, es, entonces, lo espiritual, y éste es el verdadero fin, el fin último; también el fin del arte. El fin es, por tanto, el mismo que el de la religión y la filosofía. a este respecto, habría que decir de pasada que una cosa es [hablar] del fin último, y otra de los medios para realizarlo.
Hegel, 2006: 97
Si analizamos los dos textos arriba mencionados podemos encontrar diferencias importantes, la primera de ellas es en el número de páginas entre uno y otro libro, el de Hotho es un manuscrito voluminoso y a veces ininteligible, mientras que el de Kehler «constituye en general un documento fidedigno» al compararlo con los otros apuntes existentes de los cursos que Hegel impartió entre 1820/21, 1823, 1826 y 1828/29.
Ahora bien, ya entrada en analizar la propuesta de Hegel, primero es importante mencionar que entiende el arte desde una perspectiva fenomenológica: «el arte es simplemente una forma en la que el espíritu se lleva a aparición fenoménica» (53); es decir, «la obra de arte procede del espíritu, que es de naturaleza espiritual y que, por eso, nos parece que está más próxima a nosotros que al producto natural, mientras que sobre lo espiritual podrá tener el espíritu conciencia de sí, una conciencia pensante» (Hegel, 2006: 61).
Contrario a la lectura que varios teóricos hicieron del texto de Hotho, concluyendo, como lo vemos en el epígrafe, la «anticuada» estética hegeliana, la apuesta de Keheler se hace indispensable no sólo para reivindicar la postura hegeliana en cuanto a filosofía del arte, sino particularmente para recuperar el interés en el arte.
Observamos que a través del arte se conmueve cada sentimiento del pecho humano en su multiplicidad, <<nihil humani a me alienum puto>>, produce el arte en nosotros, engendra en nosotros las experiencias de nuestra vida efectivamente real; nos traslada a todos los modos poéticos, a todos los estados de ánimo y, mediante la familiaridad con ello, nos capacita también para, en particulares situaciones de nuestras relaciones en general, sentir las circunstancias más a fondo, más profundamente, o nos capacita para que las circunstancias exteriores estimulen esas sensaciones, cosa que nos es posible por la ejercitación previa que hemos tenido en las intuiciones artísticas.
Hegel, 2006: 69-70
El interés en el arte no solo recae en la vitalidad o pasión de referirnos a las sensaciones sino también para procurar la «(auto) conciencia ética tanto de una comunidad como de lo singular» (34). Momento que da pie a pensar también la historia del arte que Hegel propone en diferentes textos como la Enciclopedia y especialmente en Fenomenología del espíritu. en este sentido, Hegel «recoge esta determinación de la historicidad del ideal mediante su función histórico-cultural» (34) que se encuentra recogida en las tres formas artísticas: forma artística simbólica, forma artística clásica y forma artística romántica.
Forma artística simbólica: «la idea que no se es todavía clara, que no posee aún la figura verdadera, que todavía no puede darse su configuración de modo verdadero».
Forma artística clásica: «La segunda forma del arte es lo clásico. Éste está determinado de modo que la forma del arte es la adecuada conformación de la idea, del concepto, en el fenómeno, en la manifestación».
Forma artística romántica: «El tercer nivel es la [forma artística] romántica. Sucede aquí que la unión del arte clásico se disuelve de nuevo y el arte continúa [estando] en la oposición de lo simbólico, aunque de un modo muy distinto. El arte romántico ha alcanzado lo más alto, y sólo es deficiente porque la limitación del arte lo lleva a ello» (Hegel, 2006: 103-105).
A estas diferentes formas artísticas, Hegel adecua algunas disciplinas artísticas, como también lo hizo Kant en su momento, entre ellas podemos encontrar: arquitectura y épica ; escultura; pintura; música; poesía.
El arte más perfecto, el arte kat» exochén, [es la poesía]. [Es] la tercera junto a las dos primeras artes que hemos atribuido a la comunidad, al ánimo, al sujeto. En la pintura, el arte es para el ojo, la música constituye el otro extremo, abstracta interioridad; también la poesía posee contenido exterior, pero no para oído y ojo, sino [para la] representación, y por eso [en la poesía] la interioridad está inmediatamente unificada consigo. El reino de la representación corresponde a la poesía; su elemento es el más rico. El lenguaje, colección de signos de la representación, es el modo en que uno se manifiesta exteriormente; ella posee este elemento inmediatamente obediente a lo interno, creado melodiosamente.
Hegel, 2006: 461
Dos acotaciones antes de finalizar, para Hegel, a diferencia de Kant, el genio no requiere de un talento innato sino que «es más bien aquel que configura intuitivamente en forma de obra de arte, y al hacerlo lo eleva a la conciencia de todos, aquello que sería logrado históricamente en el trabajo de todos» (Gethmann-Siefert, 2006: 8).
Deja una respuesta