Diferentes categorías se han empleado para defi nir las fronteras vivenciales a las que se enfrentan los migrantes en tránsito por uno o más países antes de llegar a su destino. Estas devienen evidentemente de la conformación de las propias fronteras como límite jurisdiccional de un Estado-nación. En este sentido, parte de mis investigaciones del último lustro consisten en yuxtaponer la teoría literaria y la filosofía de la cultura, lo cual me ha permitido desarrollar un modelo epistemológico de la frontera que consiste en conformar modelos de sociedad basados en prácticas transnacionales, transculturales y transfronterizas, entre quienes habitan las zonas de convivencia fronteriza, o las comunidades receptoras de migrantes, y las personas que han decidido dejar sus lugares de origen.
Este modelo se desarrolla en dos niveles, el primero deconstruye las instituciones que sabemos no funcionan (entiéndase el Estado-nación, la democracia, los gobiernos, las fronteras en sí mismas). El segundo, consiste en identificar la diégesis teorética que enuncia el análisis y la representación de las zonas fronterizas, privilegiando el reconocimiento del otro desde diferentes aristas de la conformación identitaria de los sujetos que las habitan.
Utilizar la diégesis de referencia como parte de la metodología que he desarrollado desde mis primeros trabajos de investigación en zonas fronterizas responde a la inquietud de establecer sistemas de pensamiento (epistemes) adecuados a las narrativas locales. Con base en ello desarrollé cuatro categorías analíticas aplicables a las zonas de convivencia fronteriza: frontera sociohistórica, frontera subjetiva, frontera de la securitización y frontera glocal, que permiten situarme en el espacio y trazar las fronteras de la globalización (móviles), tanto las abstractas, como las artificiales.
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