de la A a la Z

De la A a la Z es un diccionario virtual (en constante construcción) de los escritores y escritoras que han delimitado mi devenir literario. La selección que realizo es causal e incluye a escritores/as de todos los rincones del mundo. Este espacio da cabida a la crítica literaria, donde más allá de “recomendar” qué obras o a qué autores se deben leer, pretende compilar una serie de obras y autores que merecen la reflexión.

Amaranta Caballero

(Guanajuato, 1973), prosista y feminista, se ríe de sí misma y de los convencionalismos sociales y urbanos, e incluso de las etiquetas que a ella misma la definen, pues si bien se dice feminista, ironiza el discurso de sus compañeras/os y construye uno propio auspiciado por el humor negro. Novel escritora que deja su ciudad de origen en el centro del país para radicar en la periferia: Tijuana. Caballero es un claro ejemplo de los/las escritores/as/as que no son de la frontera, mas escriben en/desde la frontera, pues encontró en este sitio el lugar idóneo para darle rienda suelta a su exuberante creatividad, así como para desahogar su energía hiperactiva en generar proyectos transfronterizos y performativos que explican la interculturalidad de su proceso creativo.

Diseñadora gráfica y “poeta empírica”, Caballero sabe diferenciar las líneas que delimitan su destino y prefiere aquellas que están “Entre las líneas de las manos”, título del poemario incluido en Tres tristes tigras (Desde esta esquina) (2004a), donde dialoga intertextualmente con otras dos poetisas fronterizas —Teresa Avedoy y Mariana Martínez Esténs.

La obra publicada de Caballero es limitada en comparación con el trabajo que se puede apreciar en su blog (www.amarantacaballero.blogspot.com), o en las diferentes antologías y revistas donde ha publicado, por lo que incluso ha constituido una editorial (La Línea. Ediciones de la Esquina), en compañía de otros artistas y escritores fronterizos, con la intención de autopublicarse debido al poco interés que tienen las grandes editoriales en apostar por los más jóvenes y desafamados escritores/as fronterizos/as. Bravísimas, Brevísimas. Aforismos (La eternidad en un paso. Un paso en falso) (2004b), es uno de lo títulos que conforman la colección de esta editorial, donde es posible advertir una escritura inteligente, creativa, irónica y siempre transgresora.

Cristina Rivera-Garza

Escritora, ensayista, historiadora y poeta mexicana. Su trabajo como ensayista e historiadora es mucho más lúdico, original y contundente que sus textos literarios debido a que la ambiciosa propuesta narrativa evita que logre su contundencia. La importancia del trabajo de Rivera-Garza radica en rescatar el tema de la locura y sus diferentes acepciones, un tema tabú y poco trabajado en México, como se puede observar en el libro histórico titulado La Castañeda. Narrativas dolientes desde el Manicomio General, 1910-1930; así como en dos de su novelas: Nadie me verá Llorar y La cresta de ilión.

Las obras que me interesa comentar son Nadie me verá llorar (1999) y La cresta de ilión (2002). Dos novelas cuyo denominador común es la locura, la incertidumbre y la búsqueda de identidad que genera ésta. Rivera-Garza también juega con el lenguaje y lo reinventa, sobre todo en la segunda obra. Su estilo se basa en la creación de personajes y en una cuidadosa aplicación de la historia a la ficción, patente en la primera novela. Nadie me verá llorar se desarrolla en México a principios de siglo XX, y narra la historia de una mujer que deja su pueblo, se convierte en prostituta y termina loca, encerrada en un manicomio, de donde es “rescatada” por un fotógrafo –el narrador– que se enamora de ella. En La cresta de Ilión, la locura se hace visible también en una mujer a la que un doctor de enfermos terminales amó varios años atrás y que repentinamente regresa, generando en él estupor, incertidumbre y miedo. Cristina Rivera se interesa por el manicomio como lugar de fusión de la búsqueda de identidad, la libertad, el dolor y la soledad.

Rivera-Garza pertenece a la generación de escritores bloggeros  (www.cristinariveragarza.blogspot.com/) y twitteros que han aprovechado la tecnología para llegar a lectores de todo el mundo.

Daniel Chacón

La obra de Daniel Chacón (California) se caracteriza por ser el espejo de una comunidad que ha heredado una cultura y la ha adecuado a su realidad. Un espejo que sirve para representarse frente al otro y para consolidar la identidad que con los años han ido construyendo los mexicoamericanos o chicanos, ya sean de primera o segunda generación. Abordar la escritura de Chacón implica adentrarse en textos realistas que logran su contundencia gracias a la descripción de diferentes espacios, tiempos, recuerdos, sensaciones y momentos, cuya ilación, en algunos casos mejor lograda que en otros, sirve para enfatizar la necesidad que tiene la comunidad mexicoamericana de tender puentes entre los lugares que son parte de sus orígenes mexicanos, y los lugares que habitan. Además, la escritura de Chacón tiene la peculiaridad de ser precisa y administrada, lo que en algunas ocasiones provoca que la descripción de los escenarios sea gris y sombría, disminuyendo así el efecto camaleónico, físico y anímico, de los personajes que transitan de un lado al otro de la frontera.

Una característica más de la narrativa de este escritor mexicoamericano es que, a diferencia de otros escritores, no utiliza el spanglish, no recurre a palabras o diálogos en español, sólo cuando se refiere a los nombre propios de sus personajes (Juan, Miguel, Pancho, Lorena, entre otros), o a los nombres propios de las comunidades de las que migraron (Michoacán, Jalisco, Tijuana, etc.), quizá con la intención de identificarse como un escritor de habla inglesa en el sistema literario estadounidense o para darle un giro a la percepción que se tienen de la literatura chicana.

Chacón ha participado en diferentes revistas estadounidenses, y ha colaborado en distintas antologías como la que está pronta a publicarse intitulada The Last Supper of Chicano Heroes (by José Antonio Burciaga). En el 2005 escribió una novela titulada and the shadows took him; en el 2002 colaboró con diferentes artistas chicanos en la edición del material auditivo titulado Zoot-Suit, coordinado por Luis Valdez, que consta de diferentes series teatrales; y en el 2000 publicó Chicano, Chicanery, libro conformado por doce cuentos y un epílogo, que lo consagró como escritor mexicoamericano.

Franz Kafka

Humanista comprometido con la sociedad, Kafka, escritor realista de principios de siglo XX, hace de los temas “universales” como la verdad y la justicia, el hilo conductor de su vida y obra, la cual refleja cómo el hombre se confronta a sí mismo, luchando contra sus propios demonios, ya sean monos que simulan ser humanos; objetos inanimados que transgreden la existencia de un padre; hombres que se transforman en insectos para huir de la autoridad, de una realidad que no les pertenece porque no soportan el yugo castral de las instituciones que coartan la libertad de los seres y los convierten en entes robotizados

Kafka (1883-1924) se convierte en uno de los principales transgresores de la modernidad, al ser uno de los desmembrados: nacido en Bohemia, Praga, durante el Imperio Austro-Húngaro, habla alemán y no checo; es judío, pero no sabe nada de yiddish ni de hebreo, lo que le estimula a ir en busca de la tierra prometida, así como del sentido de su vida, del quién soy y a dónde voy. Su cosmovisión, influenciada por la familia y la religión, lo hace moverse de un bando a otro, de extremo a extremo, viviendo siempre al límite entre el ser y el deber ser. Amante apasionado de la letra, encuentra en el lenguaje la vía de escape para su única obsesión: escribir.

La obra de Kafka es amplia, se conocen sobre todo sus novelas, específicamente Metamorfosis y casi nunca habla de sus cuentos o microrrelatos que se pueden encontrar en Bestiario. Uno de los textos de este libro que a mí no deja de sorprederme por su contundencia es el que se titula “Fabulilla”. Texto de una sencillez impecable, lleno de significados y significantes, donde cada palabra, cada oración, está perfectamente pensada para generar ese sentimiento de angustia, de desolación, de sin sentido, puesto que siempre estamos rodeados por esas barreras que nos impiden salir, a menos que sea para morir. Casi como una expresión darwinista, Kafka se enfrenta al destino mediante la ley del más fuerte, donde éste casi siempre está identificado con la autoridad paterna o con las instituciones que coartan su libertad de escritor y lo remiten a una oficina de cuatro muros, cuya única salida es la boca del lobo: la oscuridad total, ya sea la oscuridad de la noche que inspira sus mejores textos o la oscuridad de su enfermedad que le genera la muerte.

Herta Müller

Leí por primera vez algo de Müller en el 2008, el libro titulado El hombre es un gran faisán en el mundo, un año antes de que ganara el Nobel de literatura. Ese primer libro lo compré con el afán de hurgar en los escritores que me son ajenos por la distancia de sus costumbres o por las fronteras de sus historias. Esa primera lectura me pareció incomprensible: no encontré lo que buscaba en su escritura, quizá una cartografía objetiva de los otros alemanes, de los que perdieron la guerra fuera de Alemania, o quizá una topografía de sus historias. Después de esa lectura me olvidé de Müller, veía sus libros en las estanterías, a veces me detenía e indecisa seguía mi camino.

Este año la vi en la televisión, en el intento de diálogo que mantuvo con Vargas Llosa en el marco de la FIL 2011. Me enamoré de ella, de su timidez, de su rigor, de su inteligencia, de su franqueza, de su semblante asustadizo. Bastó un momento para que me decidiera frenéticamente a buscar nuevamente en los estantes de las librerías sus publicaciones: el título que la había hecho merecedora del Nobel y los que había escrito después.

Recién terminé de leer Todo lo que tengo lo llevo conmigo y por fin entendí que su escritura no es lineal, irrumpe el tiempo y el espacio de la historia narrada. Sus novelas claudican entre las fronteras de los espasmos mentales y las descripciones breves. Los límites, por el contrario, son franqueados por la sutiliza de su lenguaje, por los puntos y seguidos, por las oraciones cortas, por las imágenes exactas y por las emociones a piel de la lectura.

El título mismo de este libro es un archivo histórico de lo que fueron los campos de deportados en la Rusia de posguerra. Campos en los que los alemanes se encargaban de “reconstruir” las tierras, los poblados, la economía derruida. Campos de los que quizá hemos leído mucho pero nunca de una forma donde las figuras retóricas embelecen la podredumbre humana, la vejación absurda, la hambruna total. Lo que más me sorprende de la escritura de Müller, por lo menos en este libro, es que exime a las víctimas de su desgracia y al hacerlo esboza el pantone de su psique, y transita de los pensamientos más sutiles a los más obcecados, regresando siempre al punto donde se saben solo cuerpos inertes, cuerpos de trabajo, cuerpos de carga.

Haruki Murakami

Escritor japonés contemporáneo que se hizo famoso en latinoamerica gracias al libro titulado Kafka en la orilla. Además de escribir novelas y cuentos, Murakami ha incursionado en el ensayo (Underground) y en la escritura autobiográfica (De qué hablo cuando hablo de correr).

Murakami es hasta ahora uno de mis escritores favoritos por lo que más allá de hablar de un libro en particular, resumiré las características de su escritura: Algunos han clasificado su escritura como literatura pop, lo cual me parece una aberración pues si bien es cierto que no se puede encasillar su escritura en la literatura fantástica debido a la considerable presencia de concepciones budistas en todos sus textos, sí podemos afirmar que su escritura transita entre lo onírico y lo fantástico, pues gran parte de su estilo literario es producto de la influencia de escritores como Raymond Carver o John Irving.

De los elementos más significativos que podemos apreciar en sus obras están, como ya lo mencioné, las concepciones budistas, específicamente aquéllas que aluden a un trabajo personal de autoconciencia y autorreflexión, donde uno mismo es un vigilante incansable de nuestro cuerpo, de nuestros pensamientos y de  nuestras emociones. También es posible encontrar una presencia constante de la música, gracias a que Murakami es un conocedor y amante de ésta, tanto del jazz como de la música clásica, ya sea a manera de título de sus novelas (Al sur de la frontera, al oeste del sol)o como referencias musicales a lo largo de sus textos. Otro de los elementos recurrentes en sus textos es la presencia de animales, específicamente de pájaros y gatos; así como de la cultura y la geografía japonesa que a bocanas es finamente detallada en distintos pasajes. Finalmente, las referencias intertextuales y de filósofos occidentales es posible encontrarlas en toda su obra, ya sea de manera velada o literal.

La temática de Murakami se puede resumir en tres: la segunda guerra mundial; la experimentación científica; la relación con el otro, específicamente la relación con la mujer y con el cuerpo. He de reconocer que Murakami me gusta más como novelista que como cuentista, quizá sea porque es un corredor de larga distancia, o quizá porque en la extensión del texto puede abarcar con más puntualidad esos espacios de conciencia y de memoria desde los que narra.

Heriberto Yépez

Bloggero, cuentista, ensayista, novelista y filósofo de la frontera norte de México (Tijuana), no sólo se limita a escribir desde sus terruños sino también desde la psique. Joven escritor posmodero que peca de abarcador lo que se puede apreciar en la falta de consistencia y sistematicidad en su quehacer literario y, en últimas fechas, en su columna semanal de Milenio.

Escritor de novelas como Al otro lado, donde narra de manera coloquial las hazañas de un drogadicto en potencia que trabaja de manera irregular asisitendo a una pensión de migrantes ilegales que están esperando a que el pollero los cruce. El gran acierto de esta novela es el detalle de las descripciones fronterizas aunado al trabajo de la psique del personaje principal, donde muchos de los diálogos son propios del fluir de la conciencia, por lo que las acciones se yuxtaponen en algunos casos con los viajes internos provocados por el phoco que consume el protagonista. El lenguaje empleado en este texto apoya gran parte del trabajo psicológico pero me parece que abusa del slang fronterizo, lo que le quita veracidad al final del libro.

Recientemente también publicó un ensayo titulado La increible hazaña de ser mexicano que a grandes rasgos podríamos resumir como la “saga” posmoderna de libros como El laberinto de la soledad (Paz) y La Jaula de la melancolía (Bartra), dedicados específicamente a indagar y explicar la psique del mexicano, su cultura y su (falta de) identidad.

Yépez me gusta más como ensayista que como literato pero quizá por las ocupaciones profesionales su escritura ha desmerecido considerablemente y su columna semanal, más allá de ser un punto de reflexión, se ha vuelto una síntesis de lo que él cree debe prevalecer en la literatura e intelectualidad mexicana: el ensayo antropológico (sic). ¿Dónde quedó esa mirada escrutadora de la cultura y el arte?

http://hyepez.blogspot.com/

Ignacio Padilla

Escritor mexicano de la extinta generación del Crack. Su obra literaria es abundante, por lo que sólo comentaré Amphitryon (2000). Una novela que hace del ajedrez el juego de la vida simulado en dos momentos determinantes de la historia del siglo XX: primera y segunda guerra mundial; y que transita de Europa central a Latinoamérica. El tiempo y el espacio son indefinidos, así como indefinidas son las identidades de sus personajes, pero ese juego de máscaras, de tiempos y territorios, impide que la trama se consolide y hace que el lector se pierda. Amphitryon, es un proyecto ambicioso como los que acostumbran hacer los de la generación del crack, con una investigación profunda de los hechos, las ciudades y un esmerado cuidado del lenguaje, pero que no convence porque se recrea a sí mismo. Padilla, en vez de crear mundos autónomos, aprovechando el manejo del tiempo y del espacio, transita con una sola idea en mano, que al final no convence porque la tragedia histórica sucede fuera del texto como mera referencia libresca que invita a profundizar en sus fuentes, desde Joseph Roth a Hanna Arendt.

Como se puede adivinar, Amphitryon y En busca de Klingsor (Volpi) , guardan una estrecha relación histórica, temporal y espacial, puesto que las dos tratan el mal del siglo XX como propuesta interpretativa, e intercalan diversos géneros durante la obra (relato, biografía, carta, cuento). Ambas novelas cuestionan la ética profesional, los valores sociales, el juego de poder (simulado con el ajedrez), cuyas consecuencias se hacen latentes en la incertidumbre, la falta de identidad de los personajes y el desasosiego que experimentan. Ambos escritores recurren a la encarnación de los mitos para conciliar la ficción con la realidad: en Klingsor la figura de Parsifal; en Amphitryon la de los mellizos Heracles e Ificles: lo divino anteponiéndose a lo mortal.

Jorge Volpi

Escritor mexicano de la extinta generación del Crack. La obra de Volpi se caracteriza más por la exploración y el conocimiento, lo que se observa en el cuidado del lenguaje y de los detalles, que por lograr un estilo propio. La bibliografía del autor tambiés es extensa por lo que sólo me referiré a dos textos: La paz de los sepulcros (1995) y En busca de Klingsor (1999). Estás obras comparten el thriller como hilo conductor de las novelas, pero trabajado desde diversos aspectos, en distintos tiempos históricos y espacios geográficos. Narrativamente tampoco tiene concordancia, si bien la primera es una novela lineal, la segunda intercala diferentes géneros (ensayo, cartas, biografía, cuento, novela).  La paz de los sepulcros, es un thriller político que sucede en la ciudad de México, cuyo protagonista, un reportero de la nota roja, se ve envuelto en un asesinato con tintes políticos, donde el vampirismo y la necrofilia son los elementos principales de la trama, pues hacen posible que la ficción se difumine en la realidad al experimentar con los cuerpos, al manipular la información en los medios y al controlar la opinión pública mediante el morbo y la falta de moral.

En busca de Klingsor es una obra que cuestiona los valores éticos y morales de la profesión científica durante la segunda guerra mundial (no en sentido cronológico sino que transita entre el tiempo y el espacio). En esta novela, un físico teórico estadounidense, que ve menguadas su aspiraciones científicas debido a problemas personales, es enviado a Alemania para investigar quién representó en el nazismo la figura de Klingsor: una personalidad científica de primer nivel, consejero de Hitler, y responsable de dotar, hacer y deshacer las estrategias científico-bélicas del Reich, entre ellas la bomba atómica alemana. Si bien Volpi escogió un tema apasionante cuyas aristas sintetizó de manera brillante, también es cierto que  En busca de Klingsor presenta algunos defectos como sería la falta de destreza para fusionar en una sola obra la ciencia como eje central de la trama, vinculándola con un mito genésico, y lograr su comercialización injertando una trama erótica que no logra consolidar porque no tiene razón de ser dentro de la obra.

Luis Humberto Crosthwaite

En la obra de Crosthwaite la novela corta y el cuento interactúan entre sí, también fracturando la frontera entre uno y otro género. Asimismo, la mayoría de su textos son irónicos: hace de la vejación, la indiscriminación, la desigualdad, que propinan a los migrantes una sátira de su comportamiento y, de igual forma, se refiere a los migrantes quienes ven como única salida a sus problemas ir en busca del “sueño americano”, sin importarles los obstáculos que deban afrontar para lograr su sueño. En este sentido, Crosthwaite se menoscaba a sí mismo y pretende que no sabe nada, puesto que la total objetividad y la supresión de juicios morales explícitos son esenciales en la ironía para evitar que ésta no despierte piedad ni temor: éstos sólo se reflejan ante el lector a partir del arte mismo. Crosthwaite es un escritor prolífico como el resto de los escritores mexicanos contemporáneos que reviso en este diccionario, por lo que sólo me limitaré a comentar dos obras: Estrella de la calle sexta (2000) e Instrucciones para cruzar la frontera (2002). Ambos textos narran la vida desde la frontera más grande del mundo: Tijuana, donde la multiculturalidad se hace presente en el lenguaje, las tradiciones y las nacionalidades.

En Estrella de la calle sexta, Crosthwaite intercala el inglés (escribiéndolo como se escucha) con el español para dar lugar al spánich (spanglish es el término más utilizado); lo mexicano se difumina con lo americano y viceversa, la identidad nacional se ve relegada a unos símbolos meramente afectuosos, en el sentido de que al extrañarse lo nacional, lo propio, los migrantes hacen uso de símbolos como la Virgen de Guadalupe para recordar sus orígenes. La frontera ya no existe como tal: no existe una distinción entre el espacio físico y el psíquico del cholo, antihéroe que defiende su identidad mestiza y melancólica.

En Instrucciones para cruzar la frontera, ejemplifica magistralmente un espacio de escritura irónico que transita libremente entre los juegos idiomáticos, textuales y psicológicos de los personajes transfronterizos que habitan cada uno de los once relatos que componen el libro, gracias a que el autor logra poner distancia entre lo que es y lo que debería ser la frontera Tijuana-San Diego, desde diferentes aristas que van de lo cultural a lo económico, pasando por el uso del spanglish y el narcotráfico, y contrastando la atmósfera fronteriza con la intimidad de los sujetos transfronterizos, mediante la utilización de diferentes recursos sintácticos, semánticos y pragmáticos.

Mario Bellatin

En las obras de Bellatin la moral no existe, pues narra los pesares de la humanidad: epidemias, malformaciones generadas por experimentos químicos, desolación, soledad, tristeza, búsqueda de identidad, ya sea en la religión o a través de experiencias sexuales. Juega con el cuerpo y la identidad de las personas, las metamorfosea, fragmenta, como también fragmenta sus historias; crea un estilo propio basado en la indefinición de los géneros, de novela corta a cuento y viceversa; en la depuración de las formas; en la concretización de su narrativa y en el uso simple del lenguaje.

Salón de Belleza (1994), La escuela del dolor humano de Sechuán (2001) y Flores (2001), son obras que navegan entre la novela y el relato corto, que carecen de tiempo y espacio determinado, que pueden ocurrir en cualquier lugar del mundo y en cualquier época de la historia, aunque se  hace evidente la influencia de la cultura oriental, concretamente la japonesa. Estas obras tratan la moral humana desde diversas perspectivas de enfrentamiento psíquico y físico, tanto propio como ajeno, y cuestionan el alcance de la voluntad humana al establecer situaciones de riesgo de las que hay que evadirse como la enfermedad, llevada al grado máximo de infección, traducida en peste; otras donde se contrapone la belleza y la decadencia corporal. Bellatin experimentan el dolor, la enfermedad, la decadencia y la muerte mediante sus personajes.

Salón de belleza transita entre embellecer la figura humana y resguardar los cuerpos inertes de enfermos terminales en un mismo espacio que poco a poco se convierte, de un salón de belleza, en un moridero resguardado por un transvestido, lugar que metafóricamente ejemplifica la decadencia humana con peces que se van muriendo como la enfermedad va matando a los enfermos. En esta novela la figura del otro es muy significativa porque en un lugar donde abundaban los espejos que permitían observar la belleza física, éstos han desaparecido y el único referente posible de la propia imagen consiste en compararse con los otros. El salón de belleza se convierte en un moridero donde únicamente entran los muertos en vida, aquellos seres que por padecer una enfermedad sin cura alguna hasta el momento (puede ser sida, pero nunca se menciona), se convierten en desechos humanos que solo tienen acceso a un lugar donde saben que pueden morir en paz.

La escuela del dolor humano de Sechuán, está compuesta por varias historias entrecruzadas por el dolor físico o psíquico: una hace referencia a la China actual, como el hecho de no poder tener más de dos hijos, otra narra la historia de una mujer desnuda que se encarga de los niños, o el relato de un padre que usa aparatos ortopédicos para ver la luz de sus pies… En fin, las historias son variadas, muchas de ellas ajenas a nuestra realidad pero cuya carga simbólica se hace presente mediante el dolor como un instante, como permanencia y como representación. Flores, también intercala historias cortas, que semejan un efecto invernadero de la decadencia humana como el hecho de que un experimento científico genere mutaciones en los niños, o un hombre decida cambiar de sexo e incluso que un padre infecte a su hijo de sida.

Patrick Süskind

Escritor y guionista alemán que se hizo famoso por El perfume, libro que además de haber sido traducido a varios idiomas, hace un par de años se llevó a la pantalla grande. Süskind es el primer escritor del que tengo memoria: leí El perfume para mi clase de ética (preparatoria) y lo único que recuerdo es que al momento en que la maestra me preguntaba el final del mismo, mi mente estaba tan bloqueada por el estrés de realizar un examen oral que se me olvidó por completo tanto la trama como el desenlace. Situación que con el tiempo dejó de parecerme absurda y vergonzosa, pues es precisamente Süskind quien escribe en un texto titulado “Amnesia in litteris“, publicado en Un combate y otros relatos, sobre el olvido literario: “Miles de horas de mi niñez, de mi juventud y de mi vida adulta dedicadas a leer, y no conservo nada más que un gran olvido”. A mí me pasa lo mismo, pero no por eso dejo leer, y quizá por ello ahora escribo este diccionario.

Süskind cuenta con otros libros menos conocidos como La paloma y El contrabajo (monólogo presentado en diferentes ocasiones), donde además de proponer una temática relacionada con los valores morales, como también se puede observar en El perfume, guarda una relación muy cercana con la problemática planteada por los existencialistas de mediados del siglo XX: Hesse y Camus, principalmente.

Roberto Bolaño

Sobre la obra de Bolaño (Chile, 1958) se ha escrito mucho, quizá por su talento indudable, quizá porque irrumpió la literatura canónica mexicana de mediados del siglo XX, encabeza por Paz, mediante el movimiento infrarrealista o quizá porque su obra póstuma provocó escozor, desasosiego o sorpresa tanto en el ámbito literario como en el ámbito político. Hablar de 2666 (2004) no es tarea fácil porque Bolaño la escribió pensando en cinco libros y sus editores hiceron de ellos uno. A diferencia de lo que opinan algunos de sus críticos, me hubiera gustado que la lectura se fuera dosificando y la presentación de cada capítulo llegara de manera indivual. Ciertamente, tal como se conoce la edición de 2666, alude a una novela “redondita” donde es difícil encontrar un error de secuencia, lo que enfatiza el gran oficio del escritor chileno.

El pretexto literario de 2666 es Archimboldi (un nombre impostado), un escritor alemán de posguerra poco conocido y difundido en el ámbito literario y académico. Las aristas de la obra están constituidas por  (la historia de) los críticos literarios europeos que han estudiado su obra y que hacen un viaje a Santa Teresa, donde se dice que Archimboldi estuvo durante los últimos años de su vida; el profesor chileno que da clases en la universidad de Santa Teresa y ha traducido a Archimboldi; así como por la referencia familiar del escritor alemán narrada en el último capítulo por las voces de su pasado. El punto medular lo desencadena el supuesto responsable de los feminicidios de Santa Teresa (en clara alusión a los feminicidios de Juárez): un alemán nacionalizado estadounidense que vive en dicho pueblo desde hace varios años.

La parte del libro que más peso tiene es precisamente aquella que describe detalladamente a las mujeres asesinadas. En este tercer capítulo se delimita la línea que divide el quehacer literario ficcional del quehacer literario de denuncia (propio de los escritores del norte de México), pues Bolaño no se reprime al momento de detallar la manera en cómo han sido asesinadas las mujeres ni en ventilar posibles responsables, tanto los que están coludidos con los gobernantes como los grandes empresarios que han hecho de la frontera México-Estados Unidos un lugar de sujetos desechables. Aún así, no es pertinente caer en el error de afirmar que esta novela pertenece a la “narcoliteratura” ni mucho menos a la literatura de frontera pues las características de la misma hacen que se distancie del trabajo literario que se está haciendo en el norte de México.

Rosario Sanmiguel

Diversas son las posibilidades literarias que se pueden utilizar para abordar teóricamente los recursos estilísticos de los que se vale Rosario Sanmiguel (Chihuahua, 1954) para construir sus historias en Callejón Sucre y otro relatos (1994), gracias al trabajo descriptivo que realiza para enfatizar la importancia del espacio urbano donde se desarrolla la acción narrada (tanto taxonómico como ideológico y, principalmente, lógico-lingüístico), así como al notable conocimiento que tiene de la frontera que divide Ciudad Juárez de El Paso, de su cultura, y de la cosmovisión de sus habitantes.

Una de las características principales de la escritura de Sanmiguel se refiere a la versatilidad para construir a sus personajes femeninos y para recrear una sociedad fronteriza donde sus habitantes, conscientes de sus límites personales y físicos, encaminan sus pasos hacia los lugares de libre tránsito, donde la fluctuación es una constante, y la convivencia con el otro tiene una connotación emancipativa que las libera de los cánones establecidos e incluso de las culpas del abandono (tanto del que abandona como del abandonado). Es así como sus mujeres disfrutan con melancolía los encuentros efímeros que, de manera desosegada, las complacen, pues han aprendido a estar de paso entre uno y otro lado de la frontera.

Otra característica significativa de la escritura de Sanmiguel es la definición de los espacios en los que se enmarca la acción narrativa, espacios ficcionales que se construyen a imagen y semejanza del espacio urbano de Ciudad Juárez: una zona maquiladora, mayoritariamente femenina, circunscrita por la explotación, la violencia y el acoso sexual perpetrado, principalmente, a mujeres jóvenes; una zona de tránsito donde se comercia con el cuerpo, con los sentimientos y con los sueños; una zona emancipada de la añoranza del pasado, pues los que ahí habitan sólo regresan a sus orígenes para tomar vuelo y seguir adelante, nunca para lamentarse por el tiempo perdido y, finalmente, una zona rica en expresiones artísticas gracias a la diversidad de su gente.

Sandra Cisneros

Adentrarse en la escritura de Sandra Cisneros (Chicago 1954) es abrir los sentidos a un sin fin de significaciones simbólicas que enaltecen una literatura polifónica, en sentido figurativo e ideológico, propio de una mujer consciente de sus tradiciones, herencias y costumbres mexicanas y, principalmente, de su compromiso social con los más desprotegidos, llámense migrantes, mujeres, niños, pobres, entre otros, independientemente del país donde se encuentren, pues si bien es cierto que su larga trayectoria artística le ha servido para enfrentar con mayor humildad los retos, también lo es el hecho que el haber vivido en lugares como Bosnia, Francia y San Antonio, Texas, donde actualmente radica, le ha dado una visión más amplia de la situación que enfrentan los que menos tienen y que, paradójicamente, no es tan diferente en uno u otro extremo del mundo.

La obra de Cisneros parte de una denuncia tácita de la calidad de vida, el racismo, la pobreza y las injusticias que padece la comunidad mexicoamericana en el sureste de Estados Unidos, que pasa inadvertida gracias a la maestría con que escribe sus textos, alternando, casi siempre, la lírica con la prosa, y utilizando otros tantos recursos figurativos que le dan contundencia a un estilo desinhibido, irónico y, sobre todo, melancólico, porque en toda su obra siempre está presente el referente mexicano, pues, aunque nació en Estados Unidos, es hija de hilanderos mexicanos que la educaron con base en la tradición de su tierra. No es casualidad, entonces, que Cisneros teja con precisión el presente con el pasado, la cultura de dos países y los recuerdos familiares mediante una escritura propia de quién ha sabido entender la contradicción que le imputa la frontera que habita.

Cisneros aprendió desde muy pequeña que la herencia no se olvida (ni se niega) mientras exista la memoria de los más viejos y, sobre todo, el interés de los más jóvenes para preservar las tradiciones. De tal suerte, no se puede negar que en cada uno de sus libros, ya sea de cuento, poesía o novela, está presente la referencia autobiográfica de la infancia en compañía de su abuelos cuando visitaba México, la descripción de los coloridos lugares donde crecieron sus padres, o la alusión detallada de los familiares que le enseñaron a respetar al otro, a ser consciente de las necesidades de su comunidad y, principalmente, a vanagloriarse de sus orígenes, como se puede observar en sus obras más representativas: Bad Boys (1980, poesía), My Wicked Wicked Ways (1987, poesía), Loose Woman (1994, poesía), Woman Hollering Creek and Other Stories (1991, relatos), The House of Mango Street (1991, novela) y Caramelo (2002, novela), entre otras tantas.

Selfa Chew

Analizar la poesía de Selfa Chew (ciudad de México) implica adentrarme en un espacio de escritura bastante más complejo de abordar, pero sustancialmente más sutil, pues es un escritora que sustenta sus poemas con imágenes lúdicas, descripciones detalladas, policromas y métricas que contrastan con la sordidez del tono e incluso con los lugares que dan vida a su poesía (barrios, avenidas, puentes, desiertos, bares, hoteles, entre otros topos que analizaré más adelante). Chew es un escritora disidente, contestataria, y, paradójicamente, mediadora; características que se pueden apreciar en el espacio de escritura ideológico y de memoria en los que están inscritos su poemas, resultado de experiencias personales y de anécdotas familiares gracias a que ha sabido potencializar su calidad de “extranjero permanente” o de “inmigrante eterno”, no sólo como mexicana y chicana, también como descendiente de chinos y de indígenas oaxaqueños. De tal forma, la riqueza visual de su poesía es producto de un sin fin de referentes culturales que conforman su identidad; así como de su educación multidisciplinaria, pues al haber realizado estudios en artes visuales, comunicación, historia del arte y creación literaria, para Chew escribir un poema es como diseñar un póster.

Selfa Chew (como Amaranta Caballero), es la excepción que rompe la regla pues no es chicana de nacimiento, lo es por convicción, y escribe desde y sobre la comunidad mexicoamericana (forma de vida, costumbres, tradiciones, racismo, discriminación, exclusión, entre otros), situación que enfatiza el hecho que la literatura chicana no necesariamente la escriben los escritores que nacieron en Estados Unidos y son hijos de migrantes mexicanos, sino quienes radican y escriben desde la comunidad que los acoge, ya sea por un interés personal o creativo por narrar desde sus propias fronteras.

Selfa Chew tiene en su haber dos publicaciones individuales, la más reciente es un libro titulado Mudas las garzas (2007), que alude al destierro que padeció la comunidad japonesa-mexicana durante la segunda guerra mundial; es un libro escrito con un estilo posmoderno donde la poesía interactúa con la entrevista y el reportaje. Azogue en la raíz (2006) es un libro de poemas escrito en momentos y lugares diferentes, su estructura no sigue un orden lógico ni temático, simplemente enfatiza la cotidianidad de su día a día y la riqueza cultural de la escritora que escribe desde diversos ámbitos: el familiar, el social, el espiritual y el político.

Yu Hua

Escritor chino (1960) que hace de Brothers (2005) un intenso recorrido cronológico y lineal de la historia de la China contemporánea. Haciendo un especial énfasis en la ruptura social que trae consigo la Revolución Cultural de las décadas de 1960 y 1970. Brothers es un texto lúdico, original y esclarecedor de lo que para muchos de los occidentales ha estado vetado: la cultura y la sociedad china. La trama narra la historia de dos hermanos huérfanos que dan la vida el uno por el otro hasta que el amor de una mujer los hace distanciarse. Ambos siguen caminos distantes: el intelectual continua por el camino del corporativismo y la burocracia socialista y se pierde en la miseria que trae consigo una política acéfala; mientras el truán se enriquece con la apertura de la fronteras comerciales y la delimitación de la economía liberal.

En este libro Yu Hua se ríe de los occidentales, sobre todo de lo que provoca la mercadotecnia y el consumismo en la conformación de las identidades, pero también se ríe de su comunidad que se pierde entre lo mítico religioso y político; entre el deber ser y el ser.

La escritura de Yu Huan es rica en descripciones claras y precisas de la sociedad a la que alude. Es particulamente interesante el humor que se respira a lo largo del texto pues el escritor lleva de la mano al lector no sólo a lo largo de la historia sino también durante los distintos estados de ánimo por los que transitan ambos hermanos. De tal suerte, de la risa pasamos al desasosiego, de la desolación a la más fresca ternura infantil; de la traición a la más fiel idea de solidaridad fraternal.


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