Llevo semanas dándole vueltas a esta pregunta, especialmente porque al formar parte del grupo de trabajadoras de la educación, este viernes 21 de mayo me vacunan. Cuando me enteré que estaba cerca la fecha decidí empezar a preguntar a mis estudiantes cuál era su postura al respecto de volver o no a clases presencial en los tres grupos que imparto en la Licenciatura de Filosofía e Historia de las Ideas en la UACM, para mi sorpresa, el 90% de las y los estudiantes afirmaron que no volverían hasta que no estuvieran vacunadas todas y todos, en muchos casos porque ellas o su familiares ya se habían contagiado de covid y no querían volver a exponerse.
Ha pasado quizá un mes de ello, en la CDMX observamos un decremento considerable en el número de contagios, acompañado de un aumento significativo de las actividades comerciales, esparcimiento, laborales, etc., que se nota en el tráfico en las calles; solo falta el regreso a clases, situación que ya están previendo para dentro de tres semanas, por lo menos en los niveles de preescolar, primaria, y media superior.
En esta vorágine de no solo dar respuesta sino también de poder formular las preguntas adecuadas para esclarecer algo de lo que se avecina con la educación en particular, encontré el ejercicio que Bruno Latour propone como detonante de una reflexión global, a partir del texto denominado «¿Qué medidas de protección para evitar el regreso del modelo de producción de la precrisis?», un ejercicio bien interesante que se puede revisar en su página de internet.
Es aquí donde debemos actuar. Si la ocasión se abre a ellos, se abre también a nosotros. Si todo se detuvo, todo puede ser puesto en tela de juicio; cuestionado, seleccionado, ordenado, interrumpido de una vez por todas o, al contrario, acelerado. El inventario del año, es ahora que debe hacerse. Si el sentido común nos dice: “Reiniciemos la producción lo más rápido posible”, debemos gritarle de vuelta: “¡Por supuesto que no!”. Lo último que deberíamos hacer es retomar de manera idéntica todo aquello que hacíamos antes.
Bruno Latour
Inmediatamente me di a la tarea de compartirlo en mis redes sociales (con poco éxito) y pensé que el ejercicio al que nos estaba convocando Latour debería ser reproducido incluso en las aulas y es por ello que en Filosofías del siglo XX, una de las asignaturas que imparto actualmente, les propuse a las y los estudiantes que a manera de certificación respondieran las seis preguntas que nos propone el filósofo francés y lo mismo les propuse a mis colegas de la academia con quienes desde hace varios meses nos reunimos en un taller que hemos denominado didáctica de la filosofía donde obviamente las reflexiones han transitado en nuestra práctica docente en esta modalidad virtual e incluso en la subsecuente revisión del plan de estudios de la Licenciatura porque si bien es cierto que la pandemia nos tomó desprevenidas a todas, la brecha de conocimiento después de la pandemia es abismal y es precisamente desde la filosofía donde deberíamos estar allanando el terreno para que la epistemología, la ética, la ontología den cuenta de lo que la ciencia no nos está contando. Un debate que hemos dado varias de nosotras desde que inició el confinamiento (véase mi primer texto Confinamiento. Acontecibilidad del testimonio), pero que hasta ahora no permea nuestro ámbito docente.
La apuesta epistémica colectiva del presente es poder dar cuenta del futuro por-venir y es por ello que me parece indispensable poder responder los seis cuestionamiento que propone Latour en el texto arriba mencionado:
Pregunta 1. ¿Cuáles de las actividades que se encuentran actualmente suspendidas le gustaría que no fueran reanudadas?
Pregunta 2. Describa a) por qué esta actividad le parece nociva / superflua / peligrosa / incoherente; b) en qué medida su desaparición / puesta en espera / sustitución volvería otras actividades que usted prefiere más fáciles / coherentes? (Escriba un párrafo distinto por cada una de las respuestas de la primera pregunta).
Pregunta 3. ¿Qué medidas recomienda para que los obreros / empleados / agentes / empresarios que no podrán continuar en las actividades que usted ha eliminado, vean facilitada su transición hacia otras actividades?
Pregunta 4. ¿Cuáles de las actividades que se encuentran actualmente suspendidas le gustaría que se desarrollaran / reanudarán o fueran creadas desde cero?
Pregunta 5. Describa a) por qué esta actividad le parece positiva; b) cómo vuelve más fáciles / armoniosas / coherentes otras actividades que usted prefiere; y c) ¿estas actividades permiten luchar contra aquellas que usted considera desfavorables? (Escriba un párrafo distinto por cada una de las respuestas de la cuarta pregunta).
Pregunta 6. ¿Qué medidas recomienda para ayudar a los obreros / empleados / agentes / empresarios en la adquisición de las capacidades / medios / ingresos / instrumentos que permitan la reanudación / desarrollo / creación de esta actividad?
Bruno Latour
La respuesta que doy a la primera pregunta, consistente con la práctica docente (podría replicar el ejercicio en los otros ámbitos de mi apuesta intelectual como lo que estoy realizando en los Critical Border Studies), se vincula precisamente con algo que he cuestionado desde hace por lo menos una década en diferentes textos y escenarios: el regreso a la educación tradicional y a las formas rígidas de enseñanza en aula.
Si bien es cierto que el confinamiento y especialmente la virtualidad aceleraron el proceso de «capacitación» docente que estaba rezagada con respecto al uso de las tecnologías de la información (TIC’S) en la enseñanza en general, también lo es el hecho de que la replicabilidad de forma tan abrupta de las plataformas empleadas para la enseñanza en modalidad virtual (en línea o digital) con un margen de error significativo no es garantía para la consecución de una mejoría en el proceso de aprendizaje de las y los estudiantes.
Una de las mutaciones que afectan al lugar y a la naturaleza del trabajo universitario es hoy en día, como bien sabemos, cierta virtualización deslocalizadora del espacio de comunicación, de discusión, de publicación, de archivación. No es la virtualización la que es absolutamente nueva en su estructura. Desde el momento en que hay una huella, está en marcha alguna virtualización: éste es el abc de la deconstrucción. Lo inédito es, cuantitativamente, la aceleración del ritmo, la amplitud y los poderes de capitalización de semejante virtualidad espectralizadora.
Jacques Derrida. Universidad sin condición (2002: 23)
Como lo plantee en 2018 en el texto titulado «Por una UACM sin condición» que leí ante el Consejo Universitario como candidata a rectora de la UACM, donde esbozaba muchas de las inquietudes de ese proyecto por-venir referente a la «capitalización de semejante virtualidad espectralizadora»:
A 17 años de su creación, en la UACM hemos luchado por no sumarnos al tren del neoliberalismo, de la meritocracia ni de la voracidad intelectual, pero el costo lo ha asumido nuestro propio tejido social. Hemos transitado por diferentes momentos de estabilidad, otros de conflicto y los últimos de omisión. No hemos sabido encontrar un equilibrio entre lo que este proyecto de universidad nos demanda y la voluntad colectiva de posicionarnos como la universidad de la Ciudad de México.
Roxana Rodríguez Ortiz
Años después, sin saber lo que la pandemia nos representaría, observamos la escalada de ese regreso a varios de los conservadurismos en nombre del miedo a lo desconocido y principalmente a favor de la ciencia, la investigación y el desarrollo que son el gran detonante de la economía contemporánea, desconociendo las consecuencias que implican a nivel de biopolítica, necropolítica, bioética y demás ámbitos del conocimiento que se están quedando rezagados, como ya han dado cuenta de ello desde que surgió la pandemia del SIDA en los años ochenta del siglo pasado filósofas como Donna Haraway.
El tropo de los invasores del espacio evoca una peculiar pregunta sobre la orientación del viaje: ¿Desde fuera hacia dentro? ¿A la inversa? ¿Están las fronteras defendidas de manera simétrica? ¿Es interior/exterior una oposición jerarquizada? El discurso médico expansionista occidental en contextos colonizadores ha estado obsesionado con la noción de contagio y de penetración hostil del cuerpo sano, así como del terrorismo y del motín en el interior.
Donna Haraway. Ciencia, cyborgs y mujeres La reinvención de la naturaleza (1991: 382)
Entonces, para intentar concluir o responder por lo menos a la primera pregunta, lo que esperaría no fuera reanudado a raíz de la espectralidad de la virtualidad es la ausencia de un proyecto educativo con miras a sostener y no a adaptar lo que como condición humana hemos ido arrastrando desde la modernidad ya no como el proyecto incompleto, al que alguna vez se refirió Habermas, sino sobre todo como la razón instrumental que hasta ahora conocemos y en el que cada tanto se pone a andar la maquinaria de repetición en los modelos económicos prevalecientes de los que no están exentos los ámbitos de enseñanza, de educación, de producción del conocimiento y que impiden acercarnos a ese acto de profesar al que se refiere Derrida en la Universidad sin condición.
Véanse otros textos que he escrito al respecto:
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