El silencio es la fuerza de Palestina

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¿Por qué el gobierno y cierta población israelí y ciertos gobiernos como el estadounidense no escuchan las voces de la comunidad mundial pidiendo, exigiendo, un inmediato cese al fuego, a la masacre, al genocidio, a la hambruna en Gaza? ¿Por qué guardan silencio quienes no se atreven a confrontar a Israel? ¿Por qué Netanyahu se apropia de esa figura mesiánica tan recurrente en la historia de la humanidad y de la filosofía para erigirse como el salvador de su pueblo y para pasar por encima de las endebles instituciones responsables del derecho internacional?

El silencio no siempre consiste en tomar partido, menos en una guerra tan desigual como la que Israel emprendió contra Palestina, especialmente contra la población palestina en Gaza, y no contra Hamás. Hamás fue el pretexto para que el gobierno y cierta parte de la población israelí le muestren nuevamente al mundo su sinrazón, su capacidad para matar despiadadamente y para despojar a la población palestina de lo poco que les queda de territorio, Cisjordania y Gaza. Gaza, un lugar estratégico en la geopolítica de Israel que desemboca en el mar Mediterráneo.

El silencio es la imposibilidad de no poder creer que en pleno siglo XXI ningún otro gobierno, ni aquellos que se precian de defender los derechos humanos, que se llenan la boca cuando hablan de la democracia, sea capaz de frenar la masacre que padece Palestina, no de ahora, desde que Israel ocupó el territorio que le fue dado para que los judíos pudieran escapar de otro genocidio, el propio, el que ahora reproduce el gobierno de Netanyahu con más severidad, con más sangre fría, considerando que su oponente cuenta con un arsenal y unas condiciones muy menores para defenderse.

El silencio es el grito de la población palestina. Más de 70 años estuvieron resistiendo contra la ocupación israelí, pero no es hasta el 7 de octubre de 2023 cuando se hicieron escuchar mundialmente. Manifestaciones, protestas, textos académicos, conferencias y un sin fin de actividades alrededor, en favor, lo políticamente correcto, de la defensa de Palestina. Imágenes aterradoras y desgarradoras no paran de aparecer en las redes sociales todos los días. Numeralia de mujeres, niños, personas asesinadas, masacradas. La cuenta aumenta, se suma a la de los años pasados, mientras que la población palestina sigue resistiendo a pesar de la falta de apoyo mundial para hacerles llegar esperanza.

El silencio nos convierte en cómplices de la masacre. El silencio es la gran imposibilidad de defender al pueblo palestino. El silencio es la fuerza de Palestina.¿Cuánto tiempo más podrán sostenerse en pie? ¿Tendremos que esperar hasta que el silencio sea su propia tumba? Conocí Palestina en 2016, escribí sobre mi experiencia en su momento. Cuando salí de Israel solo pude pensar que Palestina estaba en su último aliento, espero equivocarme porque de otra manera países como Israel, los países canallas, como diría Derrida, habrán tomado nuevamente el orden mundial en sus manos ensangrentadas.

Escribo este texto no sólo como estudiosa de las fronteras, también como responsable del grupo de investigación de Estudios Fronterizos de la UACM, y como una manera de mostrar mi solidaridad con la población palestina.

Entrada al campo de refugiados Aydah, Belén, Palestina. Foto: Roxana Rodríguez Ortiz, 2016. La llave es el símbolo de la población palestina en éxodo, el símbolo de que en algún momento van a regresar a su tierra.

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