¿En qué momento perdimos el sello hecho en México?

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En la antigua URSS el neoliberalismo entró con McDonald’s, como en México. Fuimos una economía mixta de fronteras cerradas hasta los años ochenta del siglo pasado. Hasta los doce o quince años toda la ropa y lo que consumimos era #hechoenmexico (ropa de manufactura mexicana). Incluso teníamos nuestra propia marca de hamburguesas, Burger Boy. La fayuca, nombre que le dábamos a los artículos gringos que se compraban en el mercado negro, se encontraba en Tepito (barrio de la Ciudad de México). Reebok, Nike, etcétera, son marcas que nunca usé de niña ni tampoco sabía que existían. Con los viajes al extranjero me fui dando cuenta de que había otro mundo fuera de nuestras fronteras, uno que disfrutaba igualmente, pero que me era muy lejano hasta que me acostumbré a no compararlos. 

Roxana Rodríguez Ortiz, Fragmentos de #303 (mayo 10, 2016), entrada en el blog lagallinapatuleca.

Economía mixta de fronteras cerradas es como se denominaba la política económica de México entre 1934 y 1988. Con la llegada de Carlos Salinas de Gortari a la presidencia del país (1988) empieza el tránsito a eso que conocemos como neoliberalismo (mal entendido) y que se traduce en una supuesta modernización del país acompañada de diversas políticas económicas en detrimento de los derechos sociales de la población.

Hace unas semanas contextualizaba en la clase de Filosofía de la Economía la situación de México de cara a lo que estábamos leyendo en el Manifiesto del Partido Comunista de Marx para explicar el sistema económico en el que crecí y cuya transformación me marcó incluso para decidir dedicarme a estudiar las fronteras geopolíticas en el mundo.

Me refiero específicamente al apartado “II Proletarios y comunistas”, donde Marx establece diez medidas para “ir arrancando gradualmente a la burguesía todo el capital” y trasladarlo al proletariado como clase dominante en la estructura que visualizaba el economista alemán como la base del comunismo moderno. De las diez medidas que propone Marx en el Manifiesto ubico las siguientes en la apuesta política de Lázaro Cárdenas (presidente mexicano de 1934 a 1940):

  1. Expropiación de la propiedad territorial y empleo de la renta de la tierra para los gastos del Estado.
  2. Centralización del crédito en manos del Estado y monopolio exclusivo.
  3. Centralización en manos del Estado de todos los medios de transporte.
  4. Multiplicación de las empresas fabriles pertenecientes al Estado y de los instrumentos de producción, roturación de los terrenos incultos y mejoramiento de las tierras, según un plan general
  5. Combinación de la agricultura y la industria; medidas encaminadas a hacer desaparecer gradualmente la oposición entre ciudad y campo.
  6. Educación pública y gratuita de todos los niños; abolición del trabajo de éstos en las fábricas tal como se practica hoy; régimen de educación combinado con la producción material, etc. (Marx, 1985: 48-49)

Cárdenas traduce estas seis medidas en su plan sexenal como reforma agraria, nacionalización de la red ferroviaria, expropiación petrolera, unificación del movimiento obrero, entre otras. Una política que intentaba favorecer el desarrollo social (integración y equidad), cuidándose de no reivindicar ninguno de los dos extremos del orden mundial que estuvo vigente prácticamente toda la mitad del siglo veinte y que se potencializa con la Guerra Fría: capitalismo versus comunismo.

Las medidas revolucionarias de Lázaro Cárdenas (reforma agraria, fortalecimiento de obreros, educación socialista y expropiación petrolera) beneficiaron al pueblo pero también despertaron una activa oposición de terratenientes, patrones, la iglesia y parte de la clase media de las ciudades. Todas estas fuerzas identificaron a Cárdenas como un peligro comunista y se defendieron atacando.

José Agustín.

Con la salida de Cárdenas de la presidencia y la llegada de Manuel Ávila Camacho al poder (1940-1946) la perspectiva de política social se empieza a perfilar de manera distinta, volteando a ver más a Estados Unidos y menos a lo que estaba sucediendo en Europa, especialmente porque el viejo continente ya estaba en medio de la Segunda Guerra Mundial y Ávila Camacho entendió que mientras más pronto lo desvincularan del comunismo de Cárdenas, mejor relación podría tener con el país vecino en cuestión de intercambio comercial y, específicamente, de mano de obra.

Los sexenios posteriores fueron un poco más de lo mismo: más cercanía con Estados Unidos, dependencia del petróleo, hacer crecer los sindicatos en favor de los empresarios y de la confederaciones de trabajadores (véase la CTM de Fidel Velázquez) que con el tiempo se volvieron bastión político de partido en el poder por casi ochenta años (el Partido Revolucionario Institucional), endeudamiento del país, desempleo, poco o nulo crecimiento económico, inflación, rezago educativo, desigualdad, pobreza, exclusión de la comunidades indígenas de la supuesta modernización del país, abandono del campo, extracción y explotación de tierras comunales, y recursos humanos, corrupción, venta de las paraestatales y de la banca, ausencia de un estado de derecho, aumento del crimen organizado (cárteles) y un largo etcétera. Todo ello se puede leer a detalle en la trilogía de José Agustín La tragicomedia mexicana.

No quiero abreviar la historia moderna de México, aunque tampoco es propiamente lo que me ocupa en este momento, sino dar cuenta en la siguiente imagen de los cuadrantes (señalados en color verde) que ocupó la economía de México entre 1940 y 1994: de estar tan cerca de lo que Marx proponía en el Manifiesto y fue recuperado por Cárdenas -un intento de equilibrio entre esas dos grandes fuerzas que tiran el orden mundial para un lado y para otro durante la Guerra Fría-, nos decantamos sin freno alguno por una política económica voraz en un país con una incipiente democracia.

El resultado ha sido desastroso en muchos aspectos de los derechos sociales de la población. La entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá (enero de 1994) terminó de sepultar la economía mixta de fronteras cerradas a la que me acostumbré durante mi infancia y evidentemente lo #hechoenméxico.

Los años que precedieron a la firma y la apertura de las fronteras, en sintonía con lo que estaba pasando en el resto del mundo, nos convencieron de que “los vientos de cambio olían a hamburguesa” y que era lo mejor que nos podía pasar como humanidad.

31 de enero de 1990: miles de personas hacen cola en el centro de Moscú desafiando un frío glacial para comer en el primer restaurante extranjero de la Unión Soviética, un McDonalds, uno de los símbolos del capitalismo. Pero en Moscú había vientos de cambio y ese cambio olía a hamburguesa…… MÁS INFORMACIÓN : https://es.euronews.com/2020/01/31/lo…

Para citar:

Rodríguez Ortiz , R. (2022, August 29). ¿En qué momento perdimos el sello hecho en México? [web log]. Retrieved September 2, 2022, from https://roxanarodriguezortiz.com/2022/09/02/en-que-momento-perdimos-el-sello-hecho-en-mexico/.


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One response to “¿En qué momento perdimos el sello hecho en México?”

  1. Perspectivas de la economía política mexicana para el siglo XXI – Roxana Rodríguez Ortiz Avatar

    […] Ideológicamente hablando pudiera decir que estoy de acuerdo con ello; sin embargo, al leer el otro PND, este discurso mesiánico carece de propuestas claras más que de una política asistencialistas que ya vimos no funcionó durante la economía mixta de fronteras cerradas. […]

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