Gaia: ¿qué es el ser vida? (Parte 2)

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Hace unos días escribí una entrada en este mismo blog sobre cómo abordar o desplazar el enfoque antropocéntrico de la ecología y cómo desvincularla de la biología como ciencia natural mediante explorar diversas categorías filosóficas recuperadas del libro de Anna Tsing y otras que propuse sobre el curso a partir de la filosofía de la tecnológica y sus diferentes manifestaciones contemporáneas: IA, cyborg, clon, CRISPR, ChatGPT.

Un pendiente al que le he dedicado varios años de reflexión consiste en que aludir exclusivamente a la ecología como una ciencia no es suficiente para atender el problema ontológico del ecocidio en el que estamos inmersas; considero que debemos avanzar a pensar una tecnoecología que incorpore diferentes epistemologías con miras a proponer otras éticas que incorporen al ser vida.

Me refiero al problema ontológico porque mi hipótesis consiste en que para dar cuenta del ser vida es necesario desplazar al ser humano del centro de las discusiones en general y, en particular, considerar otros referentes para el tratamiento analítico del cambio climático y las causas que lo generan; es decir, si el ser humano ha sido el responsable de los ecocidios en diferentes momentos del antropoceno, es necesario descentrar al ser humano como el ser vivo-no-vivo más importante y el único al que hay que cuidar y perpetuar.

¿En todos estos años de modernización, civilización, industrialización qué hemos hecho de las montañas, los desiertos, los hongos, las bacterias, los virus, los ríos, los animales-no-humanos, el ser vida y el resto de los seres vivos-no-vivos con los que no solo convivimos sino que también son parte de nuestros muy diversos ecosistemas donde el ser humano no necesariamente es el centro o la prioridad?

La filosofía le ha dedicado muchos siglos a pensar el ser, la existencia, con muy variados acercamientos metafísicos y ontológicos; sin embargo, el ser humano de la modernidad (a diferencia de lo que sucedía con las culturas griegas o mesoamericanas) ha dado por sentado que la vida no es un ser, sino la continuidad del ser(humano).

Lovelock propone la categoría Gaia a finales de los años sesenta del siglo pasado para recuperar la perspectiva de vida como ser a partir de comparar el por qué se puede afirmar que en la Tierra, a diferencia de Marte, sí hay vida, llegando a la siguiente conclusión:

el conjunto de los seres vivos de la Tierra, de las ballenas a los virus, de los robles a las algas, puede ser considerado una entidad viviente capaz de transformar la atmósfera del planeta para adecuarla a sus necesidades globales y dotada de facultades y poderes que exceden con mucho a los que poseen sus partes constitutivas.

Lovelock

De ahí que en estos años que llevo trabajando la ecología del afecto, el interés de mis lecturas y reflexiones recientes recaiga en desplazar al ser humano del centro del pensamiento filosófico y posicionar el ser vida indistintamente de la especie a la que pertenezca para dar cuenta de un pluralismo ontológico, al tiempo de proponer un pluralismo ético.

Un ejemplo que me ha resultado de mucha utilidad para pensar el ser vida son los diálogos de la serie Yellowstone (y las otras series paralelas a ésta), donde podemos encontrar la cosmovisión india y varias referencias a la carta que envía el Gran Jefe Seattle al Presidente Franklin Pierce (1854) en respuesta a su petición de compra de una importante extensión de tierras.

El aire es algo precioso para el piel roja, ya que todos los seres comparten el mismo aliento, el animal, el árbol, el hombre, todos respiramos el mismo aire. El hombre blanco no siente el aire que respira, como un moribundo que agoniza durante muchos días es insensible al hedor. Si les vendemos nuestras tierras deben recordar que el aire es precioso para nosotros, que el aire comparte su espíritu con la vida que sostiene.

Gran Jefe Seattle

Lo que incomoda de esta serie es que el hombre blanco (ya sea Harrison Ford en 1923 o Kevin Costner en Yellowston) es quien afirman haberse percatado que la tierra no se vende porque no le pertenece más que al ser vida y que la ciudades son la perdición del ser vida (sic), mientras los indios americanos son quienes con la vida han defendido la tierra no como propiedad privada, sino como el ser vida.

Concluyendo, Gaia, el ser vida, es aquel otro ser como cualquier ser-vivo-no-vivo, llámese montaña, río, aire, árbol, pájaro y, en términos inmanentes, el ser que habitamos todas: el ser vida. Para mí, diferir al ser humano y al antropoceno en ser vida (un regreso a las huellas del ser) es la posibilidad de abordar la tecnoecología y dar cuenta de otros ecosistemas posibles donde no sea el ecocidio lo que prevalezca.


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3 responses to “Gaia: ¿qué es el ser vida? (Parte 2)”

  1. Gaia: ¿qué es el ser vida? (Parte 2) – Ecología del afecto Avatar

    […] Este texto es resultado de los cursos y seminarios que impartí en el primer semestre de 2023 en la Licenciatura en Filosofía e Historia de las Ideas de la UACM, especialmente el Seminario de Filosofía de Ecología. Este texto fue publicado por primera vez el 26 de marzo de 2023 en otro blog: https://roxanarodriguezortiz.com/2023/03/26/gaia-que-es-el-ser-vida-parte-2/ […]

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