Así nombré el poema 27 de Poética de un sabático, “Tijuana no deja de sorprenderme”, donde hago varias referencias a una ciudad que me ha cobijado con la palabra, con su gente, con su riqueza cultural, artística. Una ciudad que me ha dado para escribir mucho, como a varios que conozco, porque logra juntar, hacer eco, de las voces de quienes estamos de paso.

Desafortunadamente esas voces se han silenciado poco a poco, y esta semana experimentamos el desenlace del encuentro de quienes salieron de Honduras, junto con otros tantos de El Salvador, Guatemala y México, para llegar a Estados Unidos. Empezaron cinco mil y han cruzado México, desde finales de octubre, casi 17 mil personas migrantes que buscan asilo y refugio en el país del sueño americano.

Si las personas migrantes ya habían padecido suficiente con la caminata diaria de más de 50 km, después de recorrer más de 4000 km, atravesar varias ciudades, a veces acompañados, a veces en solitario, al llegar a Tijuana se toparon no solo con la frontera de Trump y de sus antecesores, sino con la xenofobia de la gente de Playas (una zona de clase media que colinda con el muro fronterizo) y la de su alcalde, Juan Manuel Gastellum, quien ha salido a dar entrevistas con una gorra roja que en letras blancas dice “Make Tijuana Great Again”, como lo ha hecho Trump, con una que dice “Make America Great Again”, cada que habla de su muro para combatir la migración irregular en Estados Unidos. No es casualidad.

Y, bueno, quienes nos dedicamos a estudiar los fenómenos fronterizos y migratorios sabemos por lo que cruzan las personas migrantes en su tránsito por México, la frontera vertical más sofisticada que junta la corrupción y el crimen organizado, como se puede observar en el seguimiento que he dado en este blog desde que la caravana migrante salió de Honduras el 13 de octubre. Los y las defensoras de derechos humanos, junto con algunos académicos, habíamos logrado cambiar la cara de la criminalización de la migración, por una de acompañamiento y hospitalidad, hasta que se da este éxodo centroamericano que, en su paso por varias ciudades del país, y, especialmente, en redes sociales, se ha topado con la xenofobia (que no conoce de clases sociales).

Desafortunadamente, puedo afirmar que es una xenofobia global que corresponde a la precariedad en la que se encuentran nuestros países, a la ausencia de un estado de derecho, y a la falta de capacidad de mirar más allá de lo que el miedo al otro nos convoca como sociedades. Esta xenofobia que ahora vivimos en México la viví igualmente en Barcelona, en Grecia, en Inglaterra, cuando estuve haciendo investigación de campo en 2016, con la mal llamada crisis de refugiados sirios, afganos, iraquíes, subsaharianos. Como he dicho en otros textos, el Brexit, la llegada de la ultraderecha en Europa, el triunfo de Trump, el triunfo de Bolsarano, no son hechos aislados en un mundo globalizado.

¿Qué salidas tenemos? Varias pero no se pueden pensar de forma global, sino local, como lo planteo en el modelo epistemológico de la frontera (2014), donde propongo la necesidad de diseñar modelos de sociedad ad hoc a las sociedades de transito, destino, origen y retorno, sean o no zonas de convivencia fronteriza. En la Unión Europea hemos presenciado que el cosmopolitismo al que le apostaron se está difuminando, en Estados Unidos el multiculturalismo está regresando después de las elecciones intermedias, pero en México y Centroamérica damos bandazos porque hemos tropicalizado no solo los modelos económicos, sino también los modelos de sociedad. Es tiempo de sentarnos a repensar nuestro ethos, deconstruir nuestras formas de organización y apostarle a un modelo de sociedad hospitalario y plural dónde también participen las personas migrantes, refugiadas y deportadas.

Tijuana no deja de sorprenderme. Cada día una historia nueva, una mirada diferente, un recorrido revelador, una coincidencia enigmática, una casualidad. Lectura a dos voces de un poema. Espacios decantados. Escritoras guerrilleras. Defensores de la palabra. Últimas sobrevivientes de la poesía, un género que ha cedido a los influjos de lo mediático.

Roxana Rodríguez Ortiz

Sobre mis escritos fronterizos véase:

Postales sobre la retrospectiva de InSite en la Tallera

La literatura de la frontera: apología de la posmodernidad

¿Es la migración una trampa de la modernidad? El sueño americano cuestionado por Kafka a principios del siglo XX

De-constructing the border: Maternal language interdiction (and it is literary representation)

La comunidad transfronteriza: la subcultura del reciclaje y la reconfiguración social de la mujer

La frontera: confluencia de dos literaturas regionales

Libros:

Alegoría de la frontera México-Estados Unidos. Análisis comparativo de dos literaturas colindantes.


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